lunes, 11 de octubre de 2010

"Aberración" de Bernardo Carvalho

Aberración
Bernardo Carvalho 
451 editores | 192 páginas | 15,50€



Tras haber leído con ganas estos once relatos de Carvalho, me he propuesto un reto que no será nada fácil de lograr: hablar sobre el libro sin mencionar de forma recurrente la palabra “aberración”. Digo que no será fácil porque tengo la sensación de que el autor le ha puesto en bandeja al reseñista hablar de su libro empleando frases como “nada tienen de aberrantes estas once aberraciones”. En efecto, Carvalho hace de ese término el sello de identidad de todos los cuentos reunidos en este volumen, y como si de un ejercicio de creación literaria a partir del binomio fantástico se tratara, la palabra aparece en todos y cada uno de los relatos (con más o menos suerte). El lector aficionado a buscar pistas entre líneas, sin duda estará encantado cada vez que se encuentre con una de estas “aberraciones” (¿veis? ¡ya lo estoy haciendo yo también!) en el rinconcito más insospechado de cada cuento.

Pero vayamos más allá de la anécdota. Más allá de los motivos elegidos, que no dejan de ser originales, sorprende en este primer libro de relatos la fuerte personalidad narrativa y la valentía de su autor para aprovechar los principios clásicos del relato breve sin ser tan clásico ni lineal en la forma final. Tiene Carvalho una férrea conciencia de sus recursos como narrador, y sin duda los maneja con mucha inteligencia. Conoce bien esa famosa regla del género que conmina a introducir toda la acción en apenas dos o tres líneas iniciales, si bien en el momento en que sabe que ha captado la atención del lector, justo cuando ha logrado introducir en su cabeza en unos segundos las famosas preguntas “qué”, “quién”, “cómo” y sobre todo, “por qué” que no le permitirán abandonar la lectura, Carvalho aprovecha para levantar la pluma del papel y tomarse todo el tiempo del mundo para decidir qué hacer con ese principio, y de qué modo el texto dará vueltas y vueltas sobre sí mismo hasta llegar a las respuestas prometidas.

Los relatos de Carvalho cuentan casi siempre, y como mínimo, dos historias que se cruzan y se confunden: la del narrador que recuerda, busca o investiga algo que sucedió, y la del propio recuerdo o suceso narrado. Consigue que nos interesemos por el final sorpresivo o redondo (o siguiendo con lo que decíamos antes, “clásico” a la manera de los cuentos de Poe o de Borges), pero también por el dibujo que van haciendo de sí mismos esos narradores, y por cómo la historia que cuentan les hace ser quienes son.

Para terminar, sin embargo, he de reseñar que en algunas ocasiones encontré demasiadas ansias por cerrar los relatos, como si su autor tuviera cierto reparo a que le reprocharan que dejaba preguntas sin contestar, a que sus planteamientos no fueran del todo entendidos y en su lugar fuesen tomados como abiertos, surrealistas o experimentales. Es por eso que todos los cuentos apuran hasta el final pero terminan ofreciendo una última explicación, que no siempre está a la altura de las ideas desarrolladas. Y no porque el final sea flojo en sí, sino porque muchos de los argumentos de carácter fantástico a menudo tienen la capacidad de multiplicar sus posibilidades en nuestra imaginación. Cualquier final que trate de atraparlos en una sola línea narrativa, lógica y cerrada, sin vías de escape por pequeñas que sean, siempre resultará inevitablemente reduccionista.